martes, 24 de mayo de 2016

UNA VIDA CON IGUALDAD

Hola yo soy Irene y os voy a contar la historia de mi madre. Un día, cuando mi madre era chica, vio a mi abuelo, su padre, como arreglaba los coches. A ella le entró mucha curiosidad y entonces le dijo: -Papá, ¿yo puedo ser mecánica como tú? -Claro que sí hija, tú puedes ser lo que quieras.-dijo mi abuelo. Mi madre, los fines de semana, se iba con él a su taller y le ayudaba a arreglar las cosas más fáciles que le dejaban las personas allí. Mi abuelo le decía que lo hacia muy bien y una amiga de mi madre le contó que le gustaría ser carpintera pero su padre no le dejaban. Mi madre empezó a reflexionar sobre la igualdad de las personas y se preguntó que por qué a Lucía, su amiga, no le dejaban ser carpintera si todas las personas son iguales y pueden hacer cada uno lo que quiera. Un día, mi madre fue a hablar con el padre de Lucía. -Hola buenos días,-dijo mi madre-¿por qué no le dejas a su hija ser mecánica? -Porque las chicas no pueden ser carpinteras, no saben hacer nada relacionado con ello -contestó el padre de Lucía. -Usted es un poco machista pero tiene que saber que todas las personas son iguales y pueden elegir cada una su camino. -Tiene razón, debería dejarle a mi hija que sea lo que quiera y que elija ella su propio camino. Desde aquel momento, Lucía se dedicó a ser carpintera con su tío y le dio las gracias a mi madre por haberla ayudado. Mi madre se sintió muy contenta y, a partir de aquel momento, si veía a alguien que no podía hacer lo que quisiera, lo ayudaba para que todas las personas supieran que cada persona puede hacer lo que quiera. FIN

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